La derivación apreciativa
Aun cuando los sufijos aumentativos y diminutivos -que se añaden a nombres y
adjetivos- aumentan y disminuyen, respectivamente, la magnitud de lo significado
por el lexema, dichos sufijo -y, asimismo, los despectivos- sirven para expresar toda
una variada gama de matices apreciativos.
Estos son los diferentes sufijos aumentativos:
• -on,-na; p. ej.: pión, cajón, paredón.
• -azo,-za; p. ej.: barcaza, dedazo, tomazo.
• -ote,-ta; p. ej.: angelote, cabezota, islote.
• -acho,-cha; p. ej.: hombracho.
• -udo,-da; p. ej.: barrigudo, cabezudo, narigón.
Con respecto a los sufijos diminutivos, presentan una larga escala de matices, en
función del contexto, la entonación, las actitudes que adoptan los hablantes, etc. [1]; y
aun cuando sirven para la expresión empequeñecedora (perrito = "perro pequeño"),
se usan más para la expresión afectiva (mi hermanito = "mi hermano al que tengo
cariño"), o para expresar, simultáneamente, pequeñez y cariño -ya que lo pequeño
suele considerarse con cierto grado de estimación-: "manso como un corderillo"; e,
igualmente, se emplean con sentido despectivo; p. ej: mujerzuela.
Tienen sentido diminutivo los siguientes sufijos:
• -ito,-ta, [-cito, -ecito, -ececito]; p. ej.: pajarito, mesita; corazoncito, mujercita;
bailecito, pobrecita; piececito.
• -illo,-ta, [-cillo, -ecillo, -ececillo]; p. ej.: jaulilla, titulillo; garbancillo,
amorcillo; hierbecilla, cofrecillo; piececillo.
• -ico,-ca, [-cico, -ecico, -ececico]; p. ej.: gatico, hermanico; resplandorcico,
imagencica; huevecico, trotecico; piececico.
• -uelo,-la, [-zuelo, -ezuelo, -ecezuelo]; p. ej.: chicuelo, polluelo; amorzuelo,
jovenzuelo; pecezuelo, reyezuelo; piecezuelo.
También se forman diminutivos con los siguientes sufijos, algunos de los cuales
pueden adquirir sentido despectivo:
• -ajo,-ja; p. ej.: pequeñajo.
• -arraco (arro + aco); p. ej.: bicharraco.
• -ato,-ta; p. ej.: lobato.
• -asco; p. ej.: ternasco.
• -ejo,-ja; p. ej.: bichejo.
• -ete,-ta; p. ej.: amiguete.
• -ezno,-na; p. ej.: osezno.
• -ijo,-ja; p. ej.: revoltijo.
• -ín,-na; p. ej.: pequeñín.
• -ina; p. ej.: papelina.
• -ino,-na; p. ej.: blondina.
• -iño,-ña; p. ej.: corpiño.
• -rro,-rra [-arro, -orro]; p. ej.: guijarro, cachorro.
• -uco,-ca; p. ej.: casuca.
• -ucho; p. ej.: aguilucho.
• -ujo,-ja; p. ej.: pequeñujo.
En cuanto a los sufijos despectivos, manifiestan idea de menosprecio en la
significación de los nombres y adjetivos a los que se añaden. Tienen valor despectivo
los siguientes sufijos:
• -acho,-cha; p. ej.: vulgacho, hilacha.
• -aco,-ca; p. ej.: libraco, paj(arr)aca.
• -ajo,-ja; p. ej.: espantajo, latinajo.
• -alla; p. ej.: gent(u)alla, granalla.
• -ango,-ga; p. ej.: bullanga, fritanga.
• -astro,-tra, [-astre]; p. ej.: camastro, poetastro; pollastre.
• -ato,-ta; p. ej.: cegato, niñato.
• -azo,-za; p. ej.: animalazo, calzonazos.
• -ejo,-ja; p. ej.: diablejo, medianejo.
• -enco,-ca; p. ej.: zopenco, zullenco.
• -ete,-ta; p. ej.: pesadete, vejete.
• -ijo,-ja; p. ej.: atadijo, bodijo.
• -ín,-na; p. ej.: borrachín.
• -ón,-ona; p. ej.: adulón, fregona, señorona.
• -ote,-ota; p. ej.: librote, carota.
• -rro,-rra [-arro, -orro, -orrio]; p. ej.: ventorro, tintorro, villorrio.
• -sco,-ca, [-asco, -esco, -isco, -izco, -usco, -uzco]; p. ej.: churrasco, oficinesco,
pardisco, blanquizco, pedrusco, negruzco.
• -ucho,-cha; p. ej.: calducho, medi
• -uco,-ca; p. ej.: frailuco, hermanuco.
• -ujo,-ja; p. ej.: maruja, papelujo.
• -usa; p. ej.: pelusa.
• -uzo,-za; p. ej.: carnuza, gentuza.
Observaciones sobre la formación de los aumentativos en -ón y en -azo, y de los
diminutivos en -ito, en -illo y en -ico.
En la última página de la vigésima primera edición del DRAE se recogen unas
observaciones relativas a la formación de aumentativos y diminutivos con
determinados prefijos. Dichas observaciones ya no figuran en la vigésima segunda
edición, que incluye, en cambio, un amplio apéndice con los modelos de
conjugaciones. Por su innegable utilidad, reproducimos aquí lo sustancial de aquella
información.
Aumentativos. No todas las palabras reciben los sufijos aumentativos en -ón y
en -azo. Si las palabras a las que se añaden los sufijos -ón y -azo terminan en
vocal, la pierden (p. ej.: simplón, cambiazo); mientras que si terminan en
consonante, conservan dicha consonante (p. ej.: cartelón, ladronazo).
Diminutivos. Los sustantivos, adjetivos -y algunos gerundios, participios y
adverbios- forman sus diminutivos mediante la adición de los correspondientes
sufijos. Si aquellos terminan en vocal, la pierden (p. ej.: sillita, callandito,
muertecita, cerquita); y si termina en consonante, la conservan (p, ej.:
porroncito, facilito).
Toman los sufijos -cito, -cillo, -cico las voces agudas de dos o más sílabas
terminadas en n o en r -con excepción de algunos nombres propios de personas-
(p. ej.: mujercita, gabancillo, coladorcico; Agustinito, Joaquinillo, Gasparico);
y, asimismo, las palabras llanas acabadas en n (p. ej.: Carmencita, examencillo,
imagencica). Adoptan los sufijos -ecito, -ecillo, -ecico los monosílabos acadados
en consonante -con excepción de los nombres propios de personas- (p. ej.:
lucecita, redecilla, florecica; Pascualito, Juanillo, Luisico); los bisílabos cuya
primera sílaba contiene los diptongos ei, ie, ue (p. ej.: reinecita, tierrecita,
hierbecilla, huevecico); los bisílabos terminados en el diptongo ia, io, ua (p. ej.:
bestiecita, seriecillo, lengüecica); y, asimismo, los vocablos bisílabos
terminados en e (p. ej.: frailecito, cofrecillo, navecica). Finalmente, añaden los
sufijos diminutivos -ececito, -ececillo, -ececico los monosílabos acabados en
vocal; y así, el vocablo pie admite los diminutivos piececito, piececillo,
piececico.
Diminutivos "regionales".
Diferentes regiones españolas tienen la tendencia a formar los diminutivos
empleando determinados sufijos. Y así, -ito, -in se emplean mayoritariamente en
Castilla; -illo, en Andalucía; -ico en Aragón, Navarra y Murcia; -ino en Extremadura;
-iño en Galicia; y -uco en Cantabria.
El valor emocional de la sufijación apreciativa en los textos literarios.
Los diminutivos empleados en textos literarios- ayudan a crear los oportunos climas
afectivos. Y así, por ejemplo, nos parece oportuno señalar en el siguiente texto de
Juan Ramón Jiménez -y con independencia del carácter poético de su prosa, rica en
imágenes sensoriales-, esa maestría que exihe el escritor en el uso del léxico. En La
carretilla, la afectividad que inunda el ambiente se logra merced a un empleo
magistral del diminutivo: carretilla -lexicalizado-, pechillo, borricuelo, borriquillo,
chiquilla, borrico son los vocablos -alguno repetido- de que se ha valido el autor para
hacer de este capítulo uno de los más tiernos de todo el libro. Su lectura corroborará,
sin duda, tal afirmación.
Acoso entre iguales
Hace 2 semanas
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